miércoles, 20 de abril de 2011

JR1/JAGUAR.

1967. JAGUAR. JEAN ROUCH.












DE NIGER A GHANA.


Dios nos hizo hombres, y dijo que tendríamos que trabajar para comer.



La posibilidad de retomar el pasado, es algo asombroso, que permite modificar el recuerdo. Exaltarlo, suavizarlo. Jaguar busca la manifestación del presente sobre el pasado, a partir de la Narrativa creada por Rouch y sus colegas, con quienes realizó un viaje tiempo atrás. El cuál primero documentó, y después decidió contar. De Niger a Ghana, en aquel entonces la Costa Dorada (GOLDEN COAST). Una búsqueda por aventura, prestigio y fortuna. Un resultado concreto que nace completamente de la búsqueda constante de movimiento humano. La inocencia humana, le permite, una y otra vez, divertirse. Hallar satisfacción, incluso donde ciertas gamas de la moral hayan desgracia. Hallar risas donde se prohíben.

La diversión es aventura. La diversión es aprovechada, la aventura es aprovechada. El individuo es demasiado poco para comprender las superestructuras sociales, económicas y culturales. De asombro en asombro, transita a través del globo, dentro de sí mismo, siempre en búsqueda de emociones nuevas.

Cada vez, ha asignado poderes sobrenaturales a todo tipo de entidades, para prepararse para enfrentar su destino. El Dios Bueno, establece lo que ha de suceder, y así, como una ruleta los personajes se adentran en la aventura que se supone “les espera”. Pero el tiempo no espera a nadie, ni la vida. La habilidad de montarla, como lo hacen ellos, a travesando el desierto, trabajando por dos chelines el día, es el único Dios que se manifiesta frente al lente de Rouch. Su habilidad recae en esos detalles. Sutilezas que intuye uno al terminar la película. Un sabor de boca de libre existencia. Las posibilidades expandidas.

DMT.

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